Dando por sentado que la situación que describiré es atemporal y un poco figurada, para, evidentemente no dar pista alguna de mi adorada Pastora, os diré que esta mañana, en el café que está a pocos metros de mi casa nos hemos vuelto a ver.
Estaba de buen humor, se lo noté enseguida porque de los labios le colgaba una media sonrisa adorable. Como siempre estaba guapa, y no añadiré ningún adjetivo más porque creo que este es el único que le hace justicia: "guapa".
Nos dimos un par de besos y los dos pedimos un cortado corto.
¿Cómo han ido las vacaciones?, me preguntó después de haber bebido unos pequeños sorbos.
Bien, le respondí lacónicamente. La verdad es que su presencia me intimidaba, siempre lo hacía. Pero decidí que esta vez pondría remedio y me esforzaría en ser más natural. En realidad Pastora me tendió la mano, su mano infinita y suave..
Sin pensarlo seguí sus pasos.
òscar
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