Para ser honestos, unas vacaciones no lo son si no hay punto final. Y he aquí el punto, lo demás es cuestión de cada cual.
Sin otra discusión por la que perder ni un minúsculo milímetro de esfuerzo, me centraré en retomar de nuevo aquellas conversaciones absurdas, imbéciles, dóciles, inocuas, repletas de pseudosexo y retales de memoria imberbes, con mi idolatrada Pastora. Me dijo Pastora (de nuevo) que yo tenía tantos defectos como el que más (que son muchos, por no decir demasiados) y que era tan aburrido en todas las disquisiciones que pretendían ser algo más que eso, que le era muy difícil seguir con nuestra "relación". Así pues, como para ella estos diálogos eran tan tremendamente aburridos se estaba planteando muy seriamente dejarlos para otro momento, o sea, nunca.
Insistí, más bien, he insistido tanto que después de dejarla estar durante un espacio de tiempo, ha decidido que me va a dar otra oportunidad. O sea (de nuevo), podremos disfrutar de sus consejos y caricias, algo que, por otra parte, ya estaba encontrando a faltar.
Pastora de borregos, Pastora de los millones de insectos que no han muerto por los insecticidas, Pastora de las hormigas en septiembre, Pastora de los lobos esteparios (gracias Santi), Pastora del ensueño dorado, de la lluvia del mismo nombre, del intento de prologar una historia, del imbécil de turno, de todos, para todos y con todos.
Bueno, mi Pastora, vuestra Pastora...
Os dejo, pero también os digo que volveré pronto, con ella, con Pastora... mi buena y amada Pastora.
un abrazo a todos
oscar